Por qué recomiendo tanto Top Gun: Maverick

La película protagonizada Tom Cruise es una joyita dentro de la oferta del género de acción que solo ofrece productos mediocres y sin gusto.

Los debates en torno a la función del cine como medio de comunicación y arte han abundado desde siempre. ¿Debe una película entretener, trasmitir ideas, ser arte,sensibilizar al espectador? ¿Todas son correctas? Desde la explosión de las franquicias hollywoodenses de superhéroes, la discusión se ha encrespado sumándole al pleito el infame visionado hogareño por streaming signo de los tiempos.

Yo soy una gran admiradora del cine de acción y de la función entretenedora del viejo y querido séptimo arte. Creo también que hay momentos para todo: podemos querer nutrirnos a la hora de ver una película o simplemente evadirnos. Podemos ir al cine para ver un filme como debe ser, en la pantalla grande con sonido ambiente y también podemos elegir quedarnos en casa en pantuflas comiendo pururú de microondas. Cada uno sabe lo que necesita, lo que tiene ganas, lo que puede costear. A esta altura del desarrollo tecnológico pretender la comunión cinéfila en una sala suena a fantasía.

Pero ¿es todo lo actual entretenimiento? Y… no. Un gran ejemplo de este concepto de entretenimiento por sí mismo es Top Gun: Maverick, la secuela que Tom Cruise trajo a las salas hace dos meses y que ya ha batido récords de taquilla mundial. La película, claramente alejada del concepto de del cine arte, es un tanque,pero la vez una pieza notable de pasatiempo intuitivo, con alma propia, tal vez la mejor del año en su tipo. Sostiene con astucia las dosis justas de drama, comedia, acción y romance, no se detiene más de lo necesario en ninguna de ellas y da como resultado una pieza nostálgica y recreativa para pasar el rato sin haber sentido que necesitamos esas dos horas de vuelta o la devolución del precio de la entrada.

¿Por qué no me canso de recomendarla? Porque en la vereda del frente, marcas como Netflix, Marvel y Star Wars, han bastardeado el concepto de entretenimiento, cambiándolo por un nuevo engendro de collage en el que se asume que el espectador solo necesita escapar de la realidad cotidiana o divertirsea costa de suintelecto. Hoy la mayoría de las películas parecen los clones deformes de alguna otra (Matrix, Bourne, Bond, John Wick), paridas por un robot al que se le introducen conceptos para que dé luz al engendro: “Quiero una explosión, una pelea cuerpo a cuerpo, una persecución en auto, una chica linda, un chico fachero, un malo seductor y un guion de 5 páginas”. Y el robot te entrega en los brazos a The gray man, que se puede ver ahora mismo en Netflix. El mayor de los problemas es que solo puede haber una Top Gun cada 25 años y los bodrios como The gray man se multiplican sin final en el horizonte. Qué triste.

Publicado originalmente en La Voz del Interior – Domingo 31 de julio de 2022

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