La ficción que reconstruye la historia del video sexual robado a Pamela Anderson y a Tommy Lee aborda un tema difícil como el consentimiento.
Pamela Anderson… Debe haber pocas personas que hayan franqueado los 1990 sin conocer ese nombre, sin haberla invocado al menos una vez, sin haber suspirado al mirarla en la pantalla. La diosa de la malla enteriza roja, la rubia descomunal de las cejas finas, ícono pop de un fin de siglo que recién empezaba a experimentar la globalización y la Internet. Pamela Anderson: la gran guardavidas de Baywatch y la gran protagonista (involuntaria) de uno de los videos hot más famosos y más vistos de la historia del show business.
El mundo entero le debe una disculpa a Pamela por haber sido todos cómplices incautos de la destrucción de su carrera y del abuso de su intimidad. Por suerte, eso es lo que Pam & Tommy viene a recordarnos 25 años después de ocurrida la trasgresión. La miniserie creada por Evan Goldberg y Seth Rogen, y protagonizada por Lily James y Sebastian Stan, ofrece un repaso de la década en la que transicionábamos al mundo de hoy y pinta la pareja compuesta por Anderson y el baterista de Mötley Crüe, Tommy Lee, como los Adán y Eva inocentes del origen de la pornografía virtual.
Para ello, el show recurre a escenas desopilantes, se corre de la solemnidad y brinda un buen retrato de época, pero propone en cada uno de sus ocho capítulos un sólido argumento sobre el efecto bola de nieve que el simple robo de la caja fuerte de casa de la pareja famosa (y que contenía el video en cuestión) generó para la posteridad.
¿Qué hace a esta miniserie importante, digna de ver? Que es entretenida, pero no le tiembla el pulso para proponer un tema ríspido como el consentimiento. Porque Pam y Tommy nunca autorizaron la difusión de esas escenas de sexo que se convirtieron en un bien de consumo cultural. Sin embargo, el programa se encarga de enrostrarnos cómo la profesión de ella, sus producciones para Playboy y lucir en la tevé con poca ropa se tornaron paliativos para justificar la violación de su intimidad, en cómo los medios la metieron en la picadora de carne sin piedad.
“No van a ver nada que no hayan visto antes”, le dice Tommy a Pam para tratar de “calmarla” en una escena en la que ella tiene un ataque de nervios cuando comienza a avizorar la magnitud del daño. Si la frase fue realmente expresada por el verdadero Lee en esa discusión familiar no lo sabremos nunca, pero se puede entender como la sentencia que pendió sobre la cabeza de la actriz desde el minuto uno en que decidió hacer de su cuerpo un negocio. Pamela Anderson quería una carrera en Hollywood, pero después de ese video nunca la pudo tener. Y eso fue lo de menos.
Publicado originalmente en La Voz del Interior – Domingo 10 de abril de 2022